Fray Servando En El Mundo Alucinante, de Lo Histórico a lo Ficcional: La Triple Mimesis De Paul Ricoeur. Fray Servando in El Mundo Alucinante, from The Historical to the Fictional: The Triple Mimesis of Paul Ricoeur. DOI: 10.32870/argos.v10.n26.4.23b Elsa Leticia García Argüelles Esta obra está bajo una Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional. . Recepción: 06/03/2023 |
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Resumen: Palabras clave: Fray Servando y Reinaldo Arenas. Literatura contemporánea. Hermenéutica. Relato histórico y relato de ficción. Triple mimesis. Abstract: Keywords: Fray Servando and Reinaldo Arenas. Contemporary literature. Hermeneutics. Historical narrative and fictional narrative. Triple mimesis.
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Introducción. El fraile mexicano fue un personaje prominente dentro de la historia de México, principalmente en el periodo de Independencia perseguido por su ideología. Además de experimentar la condición eterna del desterrado posterior a su famoso sermón del 12 de diciembre de 1794 en torno a la tradición de Guadalupe; mientras que Reinaldo Arenas se convirtió en un exiliado de su propia tierra por ser un opositor al régimen, después de creer en el cambio gracias a la Revolución. Reinaldo vivió al igual que Fray Servando una condición de exilio y destierro físico que para efectos del cubano los acercaba y por ello es importante recuperar datos biográficos de ambos que posteriormente se tornan fuente de información para comprender la forma en que Reinaldo se mimetiza con el personaje literario de Fray Servando que crea para El mundo alucinante. Las memorias de Fray Servando Teresa de Mier y Reinaldo Arenas. Los paralelismos entre ambos personajes comienzan al identificarlos como cruciales dentro de la historia de sus naciones. Fray Servando fue estandarte de ideas revolucionarias que buscaban atraer adeptos a su forma de pensar, y uno de los objetivos era el fin de la dominación española durante el México Virreinal, mientras que Reinaldo fue un escritor perseguido por un régimen castrista al que su rebelde y disidente personalidad convirtieron en enemigo. Ambos personajes son hombres de un pensamiento opositor a la normativa de su época y lugar de residencia, por lo que llegan a convertirse en personajes incómodos. Tanto para Fray Servando como para Reinaldo Arenas hay un momento de su historia que es detonante; para el fraile es el sermón que realiza en conmemoración a la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre de 1794, mientras que para Reinaldo Arenas es re escribir en una versión libre las Memorias del fraile dominico, que se convierte en una representación de su descontento con la ideología del régimen castrista, que gobernaba la Cuba de su tiempo. Aventuras de Fray Servando Teresa de Mier. El 12 de diciembre de 1794, en la Colegiata de Guadalupe predica un sermón en dónde rechaza la tradición que rige la aparición de la Virgen de Guadalupe, asegurando que es al apóstol Santo Tomás a quién se le apareció la Virgen y no a Juan Diego; lo que provoca que se abra un proceso eclesiástico en su contra y se le suspende su licencia de predicador y de igual manera se le despoja de su título de Doctor. Está escandalosa aseveración, por parte de Fray Servando, sería la causante de su desdichado trayecto de vida desde entonces. Las consecuencias de su osado acto fueron serias y el encargado de ponerlas en práctica fue el arzobispo Núñez de Haro quién ordenaría su reclusión en la celda del convento de Santo Domingo. Lo que vino después fue un proceso en el que se condena (Saint-Lu y Bénasy-Berling, 1990, p. 14) a diez años de reclusión en el convento dominico de Nuestra Señora de las Caldas, en la diócesis de Santander, también se le prohíbe con carácter de irrevocable el enseñar y se le retira de manera permanente el título de Doctor que había llegado a obtener por medio de la resolución del propio pontífice, lo que desencadena en una ruptura muy fuerte de su vida ya establecida pues es abandonado por familiares y amigos, su condena se hace pública y se promulga “el edicto en todas las diócesis de Nueva España, a excepción de Nuevo León, cuyo obispo era un viejo amigo suyo” (p. 14). Su condena en el Convento de las Caldas comienza en 1795 y es el inicio de su errático viaje de vida en el extranjero, lo que convirtió a Fray Servando en un exiliado en Europa. Su vida en el exilio se mantuvo plagada de fugas y andanzas (Mier, 1971), que comenzarían por su encarcelamiento en varios puntos de España, pero logra escapar a Francia en 1801, y es allí donde se ejecuta uno de los primeros encuentros importantes que tendrá durante su exilio: conoce a Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar –el Libertador–. Posteriormente su recorrido geográfico continuó por Burdeos y París, y conoce a otro importante personaje de la historia de Hispanoamérica, Lucas Alamán. Entra en él la idea de buscar la secularización y en 1802 la consigue al viajar a Roma. Cuando vuelve a España en 1803, es aprehendido de nueva cuenta y enviado a Sevilla, pero un año después y fiel a sus andanzas y fugas logra escapar a Portugal en dónde vivirá durante tres años y obtiene el puesto de secretario del Cónsul Español y es nombrado prelado doméstico de Pío VII. En el año de 1809, se produce la guerra de Independencia en España y consigue hacerse notar debido a una notable participación como cura castrense y cómo capellán del batallón de voluntarios de Valencia. Durante el proceso es hecho prisionero por los franceses, pero escapa nuevamente con destino a Londres. Es en este momento dónde Fray Servando comienza una importante interacción y mantiene constante comunicación con Blanco White y es en esta ciudad en la que posiblemente conoce a Mina, a quién después de un intercambio fructífero de ideas para ambos, lo convence para realizar la expedición que en 1817 lo llevaría de vuelta a México, pero lamentablemente sufre una derrota que lo lleva a la rendición en Soto la Marina. Fue llevado a la Ciudad de México para ser enjuiciado por la Santa Inquisición, y durante dicha condena escribirá su Apología y sus Memorias. En 1820, su deportación hacia España está lista, pero en el transcurso del viaje y su paso por La Habana toma la oportunidad de escapar y llega a Estados Unidos, donde permanecerá hasta febrero de 1822. México es ya un país independiente, Fray Servando toma la decisión de volver. A su regreso es apresado por las fuerzas realistas pero liberado durante el Primer Congreso Constituyente, en el que se le elige diputado por Monterrey. Su etapa como diputado fue corta, ya que sería encarcelado nuevamente debido a su postura crítica ante el gobierno de Agustín de Iturbide. En 1823 es puesto en libertad gracias a la sublevación republicana y volverá a representar al estado de Nuevo León durante el Segundo Congreso Constituyente. Muere el 3 de diciembre de 1827 en la Ciudad de México. Se tiene conocimiento de que sus restos fueron depositados en la Capilla de Santo Domingo. Reinaldo Arenas: una vida disidente Su madre lo enseña a leer y escribir, para después llevarlo a la escuela primaria número 91 del Barrio de Perronales, dónde conoce a su primera inspiración literaria: su profesora María Aguirre, quién tenía el hábito de leerles un poema o un cuento al final de la clase. En 1955 toda la familia decide cambiarse a la ciudad de Holguín, y allí Reinaldo cursa la secundaria en la Escuela José Antonio Saco. A la par comienza un trabajo en una fábrica de guayaba y se tiene conocimiento que es en este periodo dónde escribe sus primeros textos, que para fortunio de él mismo como menciona, se perdieron. Cuba vivía una turbulencia política y social, y la zona en la que vivía Reinaldo era una de las más activas en cuanto a la insurgencia, entonces, toma la decisión de incorporarse al movimiento, pero es rechazado principalmente por su edad –tenía 14 años–. Hay una contradicción al respecto de este periodo de la vida del cubano, en entrevistas dadas por él mismo, reafirma que fue rechazado por su edad (Panichelly, 2005, p. 90), mientras que estudiosos de su vida y obra como Roberto Valero, Julio Hernández-Miyares y Perla Rozencvaig señalan que Reinaldo permaneció en el movimiento hasta la huida de Batista, dando a entender que no fue rechazado de manera categórica como el mismo lo mencionó. Es interesante ver que dentro de esta contradicción puede verse reflejada la forma en la que el autor escribía, entrelazando la realidad y la ficción. El triunfo de la revolución se da en 1959 y trae consigo cambios al país. Reinaldo se hace acreedor a una beca para estudiar Contabilidad Agrícola dentro del nuevo régimen y ejerce en una granja agrícola, pero al no sentirse a gusto toma la decisión de emigrar a La Habana en dónde obtiene una segunda beca y en 1962 se gradúa como contador agrícola. La vocación literaria que Reinaldo venía fraguando internamente comenzó en sus más tiernos años escolares y se manifiesta más claramente a la edad de 20 años, cuando se presenta a un concurso literario de cuentos infantiles dónde la convocatoria especifica que todo participante debía recitar un cuento que haya aprendido de memoria en unos pocos minutos. Cuando se presenta a la Biblioteca Nacional José Martí recita un cuento escrito por él llamado “Los zapatos vacíos”, ya que no había encontrado uno que fuera de su total agrado En el jurado se encontraban Cintio Vitier y Eliseo Diego, quienes quedaron impresionados por ese joven y por su cuento. Cuando descubren que el propio Reinaldo es el autor, deciden ofrecerle un trabajo en la Biblioteca Nacional bajo la supervisión de la subdirectora Maruja Iglesias Tauler (Panichelli Teyssen, 2005, 91).[3] La literatura fue siempre su pasión, entonces al estar entregado de lleno a ella, comienza a explotar su talento como escritor y es en 1964 que escribe su primera novela que lleva por nombre Celestino antes del alba, que se convirtió en la primera entrega de una pentagonía[4] que llegaría a ser considerada de carácter autobiográfico. Reinaldo decide presentarla al Concurso Nacional de Novela Cirilo Villaverde organizado por la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), en dónde recibe una mención honorífica. Este año se convirtió en uno de los más importantes para Arenas, no solo por el reconocimiento a Celestino sino también porque es el año en que conoce a sus amistades más cercanas[5], Virgilio Piñera y José Lezama Lima. Es 1965 el año en que comienza el régimen a poner más atención a aquellos personajes que tuvieran una imagen o ideología que pudiera considerarse contrarrevolucionaria y es por lo que el propio Reinaldo Arenas nota cómo es que comienzan las desapariciones de algunos de sus amigos y eran llevados a “campos de rehabilitación” que más bien podrían llegar a ser considerados campos de concentración debido a los trabajos forzados y los tratos que se les daban. El gobierno presentaba a la población está acción como una forma de rehabilitar a aquellos que fueran contra el régimen. El mundo alucinante es escrito entre los años 1965 y 1966,[6] historia novelada de la vida del fraile mexicano Fray Servando Teresa de Mier. Reinaldo manda su novela al concurso de la UNEAC y, nuevamente, sólo se le da una mención honorífica y es declarado desierto el primero lugar. Se especula que algunas de las razones por las que se desaire a la obra fue por ciertos pasajes homosexuales que la obra poseía y que la narrativa se presentaba como un contradiscurso al sistema, una destrucción de todos los cánones oficiales. Reinaldo Arenas y Fray Servando Teresa de Mier son personajes que representan al exiliado, situación que terminaría viviendo el cubano unos pocos años después. El mundo alucinante ve la luz fuera de Cuba gracias a que el pintor Jorge Camacho la lleva fuera del país con él; la única novela que se editaría de Reinaldo en la isla fue Celestino antes del alba en 1967. Un hecho político y social que cambio completamente el panorama para el intelectual en Cuba fue el Primer Congreso de Educación y Cultura efectuado el 30 de abril de 1971 donde Fidel Castro da a conocer la nueva política cultural y esto desencadena que un gran número de escritores ya no tuvieran cabida dentro del régimen debido a los marcos ideológicos que debían acatar. A medida que la década de los setenta avanzaba la represión se hizo más dura y es a mitad de esta década que Arenas es encarcelado por sus actitudes contrarrevolucionarias, para posteriormente ser controlado por la Seguridad del Estado. La persecución al cubano término por llevarlo al exilio de la isla y llegar a Estados Unidos en 1980, donde puede vivir sin restricciones y conocer realmente lo que implicaba la libertad de expresión: En Estados Unidos, vive primero en Miami pero se traslada rápidamente a Nueva York. Allí recibe varias ayudas que le permiten vivir de su escritura como la beca Guggenheim o la Cintas, que obtiene dos veces. Participa también en varios congresos donde ofrece conferencias. Además, colabora en documentales como Conducta Impropia de Néstor Almendros y Orlando Jiménez-Leal. En 1983, viaja por primera vez a Europa. Las becas, las conferencias y los derechos de autor le permiten seguir viviendo en Nueva York dedicándose a la reescritura de las obras desaparecidas y a la oficialización de sus novelas publicadas sin su acuerdo antes de 1980. Cuando descubre su enfermedad, sida, se pone como objetivo acabar la pentagonía que ya había empezado estando prófugo en el Parque Lenin en los años setenta (Panichelli, 2005, 101). En 1988 escribe junto a su amigo, el pintor Jorge Camacho Un plebiscito a Fidel Casto que reúne firmas de intelectuales, entre artistas y escritores, que es una carta con un tono de denuncia hacia los 30 años de régimen castrista, fue quizás el último gran evento público en el que estuvo presente. Reinaldo Arenas se suicida el 7 de diciembre de 1990 en su apartamento, a la edad de cuarenta y siete años en la Ciudad de Nueva York. La reescritura de una vida censurada: las memorias de Fray Servando como inspiración de El mundo alucinante de Reinaldo Arenas. El fraile dominico se labró un nombre, símbolo de controversia al igual que Reinaldo Arenas, ya que ambos personajes fueron de ideologías que chocaban con el régimen que gobernaba en sus respectivos países. El punto dónde se da la intersección entre ambos se suscita cuando Reinaldo escribe El mundo alucinante. Una novela de aventuras[7], novela controversial de la década de los sesenta y que es una versión libre de las Memorias de Fray Servando con tintes de picaresca. El mundo alucinante fue la novela que proyectó al ámbito internacional a su autor, pero también fue el motivo por el cual se convirtió en un paría dentro del régimen castrista, puesto que fue perseguido y hecho prisionero debido a ella, ya que fue considerada una forma de manifestación de Reinaldo contra la ideología que el régimen quería imponer en la isla. La primera edición de esta novela fue en Francia en 1968 a cargo de Didier Coste, ganando el prestigioso premio Medicis por mejor novela extranjera; para 1969 México es dónde ve la luz su primera edición en español. En este sentido, Arenas (2008) menciona que: El texto consta de 42 capítulos titulados –tres de los cuales (2, 7 y 27) se repiten–, más una última nota sobre el destino de los restos mortales de Fray Servando; 34 notas al pie; una carta-prólogo, sin firma, del autor implícito; y una segunda nota, igualmente anónima pero más cerca del autor real, donde se comenta la naturaleza y circunstancias de su publicación (p. 18). Así era la estructura de El mundo… en su primera versión, pero para 1982 –año en que Reinaldo debe exiliarse en Estados Unidos– realiza una revisión de su obra y toma la decisión de realizar una corrección del número de notas y escribe un segundo prólogo, firmando como “Fray Servando, víctima infatigable”. Este nuevo orden dentro de la obra promueve una posible interpretación entre la relación que tiene el autor con su obra, a partir de esta nueva estructura en la que están presentes una nota, una carta-prólogo y un prólogo con firma. Las tres presentan grados distintos de intimidad entre el autor y su personaje principal, Fray Servando. La nota recalca que este relato parte desde una vida ficcionalizada, dónde hace hincapié en que no entra en la categoría de novela histórica y autobiográfica, sino que es simplemente una novela que pretende mostrar la controversial y contradictoria vida del fraile dominico. En la carta-prólogo se nota el nivel de cercanía que Reinaldo tenía hacia el personaje histórico y en un momento se mimetiza con él para decir “que son la misma persona”; esto podría ser a consecuencia de que ambos se convirtieron en hombres exiliados de su patria, debido a sus ideologías las cuales chocaban con los regímenes que gobernaban sus respectivas naciones. El prólogo con firma es una herramienta que Arenas utiliza para rebatir a la Historia[8] y defender la forma en que él por medio de la literatura expone la vida de Fray Servando y los periodos históricos que abarca El mundo alucinante. La censura de la que fue objeto la obra de Reinaldo no fue exclusiva de su obra, se convirtió en una censura que el autor vivió en carne propia y se convirtió en una forma de proveerlo de una voz en el extranjero, pero también de convertirlo en un paria de su país. Las diversas traducciones que se han hecho de ella y su éxito editorial no se han visto reflejados en su país, ya que en Cuba nunca ha sido publicada (Arenas, 2020) y se sigue teniendo dentro de la lista de obras que son parte de la censura oficial del régimen. La triple mimesis de Paul Ricoeur en El mundo alucinante de Reinaldo Arenas La ficción como concepto es mutable ya que tiene diferentes significaciones de acuerdo con quien sea consultado al respecto. En El concepto de ficción de Juan José Saer de 1997, se hace referencia a que la ficción no debe tomarse como una reivindicación de lo falso, y más bien como un “tratamiento” de la verdad, lo cual denota la complejidad que posee el concepto de ficción. El mundo alucinante presenta hechos históricos con herramientas que la ficción le ha proporcionado y esto produce una forma distinta de narrarlos, encaminado a un análisis con nuevas herramientas que proporcionan elementos de interpretación diferentes a lo que la estructura de literatura tradicional posee. En este caso, lo empírico y lo imaginario se entrecruzan para que se aporte algo novedoso y que tiene como resultado un análisis de la obra más interesante, ya que las posibilidades que se manifiestan al escribir ficción son infinitas, sin desdeñar una ética de la verdad. La ficción tiene la riqueza de ostentar un carácter doble, este carácter doble es la mezcla entre lo empírico y lo imaginario, lo cual es una nueva vía de entrada a temas difíciles de análisis, como los de corte histórico. La ficción no se encuentra obligada a cumplir requisito alguno, ya que esa responsabilidad es del autor y solo él decide si deslindarse o no del plano de la “verdad”, pero la razón de ser de la obra no desaparece, sino que abre los caminos que muestran que, en este carácter doble la ficción evita encasillarse cómo una herramienta de lo falso. Ahora bien, ya que se ha hablado de la ficción es pertinente recurrir a Paul Ricoeur y su propuesta con respecto a la triple mimesis. En Tiempo y Narración (1995 y 1996), propone que lo narrado –relato de ficción o relato histórico– debe ser analizado desde una perspectiva temporal, ya que es clave para la compresión del texto. La triple mimesis surge del análisis que el propio Ricoeur realiza de la Poética de Aristóteles y del libro XI de las Confesiones de San Agustín –las aporías de la experiencia del tiempo–. Las reflexiones realizadas sobre estos dos temas bien podrían considerarse ajenas una de la otra, pero para Ricoeur existe la posibilidad de que entre el tiempo y la narración se muestra una relación dicotómica, pues la experiencia que parte de la fenomenología del tiempo se lleva a un plano narrativo a través de la configuración de una trama, que se caracteriza por elementos de carácter discursivo y son regulados por reglas precisas. Entonces, al tener una trama ya configurada, está refigura al tiempo humano, que se da cuando el hombre lee y procesa lo leído, lo comprende y nota la importancia de la temporalidad que se encuentra en su propia existencia, reconociendo una totalidad del sentido. Al tener ya la trama, se puede encontrar el engranaje que articula la unión entre el tiempo y la narración; lo que provoca tener lo que será una vía de interpretación de Fray Servando Teresa de Mier en El mundo alucinante de Reinaldo Arenas. La obra de Reinaldo es un ejemplo de este carácter doble que posee la ficción ya que las Memorias –libro de carácter autobiográfico que describe no solo la vida del fraile, sino también la transformación que su nación sufre a la par que él y que lo convirtió en una de las voces más destacadas del siglo XVIII debido a su personalidad– son el relato histórico, es decir, con información de carácter empírico en las que se basa El mundo alucinante, el cual representa el relato de ficción, aquel que proviene del imaginario con qué se creó el relato. En la estructura de la novela convergen ambos tipos de relatos, lo que le proporciona elementos idóneos para que mediante la triple mimesis se pueda demostrar la importancia del tiempo dentro del relato y que, aunque no pueda ser contado, si puede ser narrado. Se ha estudiado a la obra desde la correspondencia intertextual entre las Memorias y El mundo alucinante, por ejemplo, en Paratexto, texto e intertexto de El mundo alucinante, de Reinaldo Arenas (2012) tesis de maestría de Dayna Díaz Uribe se menciona como es que se identifica el autor con el protagonista, y que hay un fragmento en la obra que disipa cualquier duda de la presente intertextualidad en la novela. En dicho fragmento, Reinaldo encuentra un parecido con Fray Servando Teresa de Mier, “Al decir que ambos son la misma persona ya no cabe duda de que en EMA también existe una intertextualidad de tipo ideológica, un espacio literario donde el fraile mexicano y el autor cubano se mimetizan (Díaz, 2012, p. 90)”. Al hablar de como ambos se mimetizan dentro del relato, da la pauta para proponer el análisis de esta obra desde otro enfoque, representado por la teoría de la triple mimesis del francés Paul Ricoeur. Él relaciona a la actividad de narrar una historia con el carácter temporal de la existencia humana, su teoría es una respuesta a la necesidad de dicha correlación, ya que “el tiempo se hace tiempo humano en la medida en que se articula en un modo narrativo, y la narración alcanza su plena significación cuando se convierte en una condición de la existencia temporal” (Ricoeur, 1995, 113). La correlación entre articular de forma narrativa una historia junto con el carácter temporal de la existencia humanan son el precedente de lo que será la triple mimesis. La triple mimesis consiste en tres momentos que preparan al relato para el análisis: la prefiguración, la configuración y la refiguración. La propuesta de Ricoeur da pie a una interpretación integral del sentido de la obra. ¿En qué consiste la triple mimesis? La triple mimesis se divide en tres momentos; Mimesis I que tiene como punto central la referencia hacia el mundo tangible de la vida, aquel en el que se registran e interpretan las acciones, este momento es un antes de la narración y lleva por nombre prefiguración. Mimesis II es el momento en que se lleva a cabo la configuración narrativa, es el momento intermediario entre Mimesis I y Mimesis III, es conocida como el reino del como sí. Mimesis III es la refiguración del sí que aparece en Mimesis II. Aquí se da el encuentro entre el mundo del texto y el del lector, ya que este experimenta o se siente identificado con las situaciones que el personaje del relato presenta. Mimesis I es el antes de la composición literaria, la cual está constituida por tres partes importantes, una red conceptual, una mediación simbólica y una estructura temporal. En la red conceptual de la acción, deben estar presentes los objetivos y fines para la previa comprensión de carácter temporal, en la que los agentes son los responsables de las consecuencias de las acciones que son llevadas a cabo. Ubicar estos rasgos simbólicos en El mundo alucinante es crucial, pues al tenerlos identificados se logra reconocer el contexto de descripción existente dentro de la narración. La acción presente en el texto implica un fin, y en el caso de El mundo alucinante un fin es la forma en que la nota, la carta prólogo y el prólogo con firma presentan un Reinaldo Arenas que se mimetiza con Fray Servando Teresa de Mier a partir de su condición de exiliados, pues ambos son personajes con una ideología disidente y contraria al régimen, quienes eran incómodos para las personas en el poder, tanto de Cuba como en la Nueva España. La acción del fraile dominico dentro de la obra remite a un motivo que explica el porqué de dicha acción. EMA narra cada una de las situaciones que pusieron en el exilio a Fray Servando; la primera de ellas fue el sermón en el que cuestiona la tradición de Guadalupe, efectuado en 1794. Y de manera consistente la narrativa presenta una vida llena de momentos de fuga, mostrando que Fray Servando era un personaje disidente, y los motivos por los que huía de manera recurrente, recaen en la libertad de pensamiento que él siempre tuvo en su personalidad. La relación que parte de una intersignificación de fines, motivos y agentes muestra una integración de los elementos narrativos en EMA. La figura de este posible agente recae en el fraile, que en la mayor parte del relato se muestra como un personaje-narrador. Los rasgos simbólicos de la acción residen en hacer, poder hacer, y saber hacer en el discurso narrativo; Ricoeur (2013) señala que una acción puede ser contada cuando se encuentra configurada en signos, reglas y normas. Estos rasgos pueden ser interpretados por un agente externo, pero antes tienen la función de ser un intérprete interno de la acción. En este sistema simbólico se encuentra un contexto de descripción para acciones particulares. En EMA el sistema simbólico base para dichas acciones es el tema del exilio, ya que es una acción que se repite dentro de la obra, cómo cuando embarco hacia su exilio en Las Caldas: Cayendo el día lo llevaron hasta el buque “La Nueva Empresa”. Lo hicieron descender por escaleras sin escalones, y en el último fondo del barco lo tiraron en una bartolina peor que la de San Juan de Ulúa, donde cientos de olores infernales se confundían hasta producir un solo hedor terrible. […] Ahora el barco, en medio de la oscuridad, se deslizaba sobre enormes bancos de sargazos que trataban de aprisionarlo (Arenas, 2020, 128). En cada ocasión, que el fraile dominico huye se interna en países e ideologías distintas que nutren su mente. De esta manera su posición ideológica continua como la de un detractor del gobierno de la Nueva España, que lo convertirá en un prominente personaje dentro de los anales de la Historia. Fray Servando es un mexicano en favor del levantamiento en armas que promovió una forma de pensamiento de Independencia de la Corona Española, y cómo consecuencia una mejora en las condiciones del ciudadano de la Nueva España. Los elementos simbólicos que componen EMA son entendidos de acuerdo con el contexto de la obra, pues dichos símbolos proporcionan la significación e interpretación entre la vida del fraile, sus escapes y el motivo de estos; así como esa condición de exiliado lo mimetiza con Reinaldo Arenas, pero sobre todo la importancia de estos elementos qué proveen a EMA de una significación que la convierte en una totalidad. Los caracteres temporales son el tercer rasgo de Mimesis I y la relación narrativa permanece. La narración exige estructuras temporales específicas, que se localizan gracias a la meditación que habría hecho San Agustín acerca de la distentio animi, y que Paul Ricoeur (1995) rescata “Lo importante es el modo como la praxis cotidiana ordena uno con respecto al otro el presente del futuro, el presente del pasado y el presente del presente” (p. 125). Para lograr desmenuzar este punto Ricoeur recurre a la analítica de Heidegger y a través de ella muestra con más claridad los caracteres temporales ayudado de la estructura de la intratemporalidad,[9] la cual rompe la linealidad del relato. En EMA esa ruptura se encuentra representada en tres de los cuarenta y dos capítulos que componen la obra –el dos, el siete y el veintisiete– que se repiten tres veces, los tres. Los caracteres temporales en EMA se representan con la estancia y, en consecuencia, la huida del fraile dominico: su primer salida de un lugar se efectúa cuando es enviado a la Ciudad de México y deja Monterrey para ingresar a la orden de los dominicos; cuando da su sermón, el cual se convierte en una postura contraria a la tradición guadalupana del territorio mexicano y es condenado a la reclusión en las Caldas; posteriormente, huye a Europa y conoce a distintos personajes de la escena intelectual, este suceso se va dando mientras salta de una ciudad a otra y sigue con su peregrinar por Europa, consecuencia de tener que huir. Paul Ricoeur nos muestra que Mimesis I, al ser el antes de la composición poética, debe tener una comprensión total de la red conceptual en la que se construye la trama, la cual es regida por agentes con fines y objetivos específicos. La realidad simbólica presenta los elementos que cómo símbolo se incorporan a las frases de acción para que estas tengan un significado y sean apoyo para el entendimiento del contexto del relato. Las estructuras temporales son una parte que debe estar presente puesto que la narración lo exige, pues la preocupación por la temporalidad depende de la praxis cotidiana y del cuidado de sí mismo, lo que hace viable la construcción de narraciones que se enriquecen de la semántica y la realidad simbólica y así es cómo se nota que la composición poética se da en este primer momento de la triple mimesis. La Mimesis II es el momento que se convierte en un proceso integrador, pues es cuando se construye la trama que integra los rasgos estructurales, simbólicos y temporales que fueron identificados en Mimesis I. ¿Por qué es importante la configuración de la trama? No solo en ella se da el proceso de integración, también posee la función de mediación y gestiona un espacio para una mejor comprensión de la prefiguración y la refiguración. Paul Ricoeur dice que: La trama es mediadora por tres razones al menos. En primer lugar, media entre acontecimiento o incidentes individuales y una historia contada como un todo […] En segundo lugar, la construcción de la trama integra juntos factores tan heterogéneos como agentes, fines, medios, interacciones, circunstancias, resultados inesperados, etc. […] La trama es mediadora por un tercer motivo: el de sus caracteres temporales propios. Por generalización ellos nos autorizan a llamar a la trama la síntesis de lo heterogéneo (Ricoeur, 1995, pp. 131-132). La trama es fundamental porque es el espacio en el que median los acontecimientos individuales –los momentos clave en la vida del fraile: su ordenación como sacerdote, el sermón de 1794, la orden de su aprehensión en las Calda, su huida a Europa, su transitar por distintos países de Europa y América, su retorno a México y el convertirse en diputado representando Nuevo León en el primer Congreso Constituyente– y la historia tomada como un todo –la creación de EMA, sin olvidar que es una versión libre de las Memorias del fraile–. Paul Ricoeur presenta al acto de narrar como una alternativa de la representación temporal de la que se aprende, ya que al mostrar un relato de este modo es mostrar el tiempo que se narra como característica alterna de representación e interpretación que ayuda en la comprensión de lo que significa Mimesis II: parece ser y no ser el relato escrito. Es así como la trama se convierte en el momento que integra/aglutina desde un orden estructural a la actividad narrativa, ya que combina características que hacen posible articular una dimensión tanto de carácter cronológico como configurativo. La Mimesis III es el entrecruzamiento entre el mundo del texto y el mundo del lector. En este momento existe la posibilidad de estar fuera y dentro del texto, la cual debe ser eliminada para así romper el paradigma/juicios que el lector pueda tener ante la obra, y dejar a un lado lo que el lector tenía en mente que debía ser el texto. Cuando el lector recibe la obra narrativa no solo recibe la anécdota sino también la experiencia del mundo que viene con ella y la temporalidad que desprende. La obra le aporta al lector experiencias temporales que le dan las herramientas para una mejor comprensión e interpretación de cada elemento que conforma al relato y es esta relación que lleva a la inevitable intersección entre el mundo del texto y el del lector. Mimesis III al ser una refiguración del tiempo, mira atrás y se concentra en los tres puntos que integran a Mimesis I: la red conceptual, los rasgos simbólicos y los caracteres temporales, los cuales son refigurados al momento de su representación. La Mimesis II y su función de mediación son la clave para que pueda ser posible la intersección mundo del texto y mundo del lector que se ve en Mimesis III para de esa manera definirla como el momento en que la narración tiene un pleno sentido pues ha sido restituido por el tiempo del obrar y del padecer. El pleno sentido del que se habla se logra al momento en que se da el acto de leer, pues este logra que la capacidad de configuración continúe de manera implícita, ya que aporta una actualización de la historia. En EMA el entrecruzamiento ficción e Historia se presentó como una posibilidad desde el principio, pero ¿está referencia cruzada está de forma implícita en la temporalidad de la acción humana? ¿Relatar la vida de Fray Servando en EMA es acaso una forma de recuperar este tiempo humano, por medio de la experiencia que se narra? Al encapsular el tiempo humano, se encapsula la vida que se quiere narrar y es por medio de este carácter temporal que en realidad la historia de Fray Servando logra convertirse en un suceso atemporal y que por ello toma en el siglo XX Reinaldo Arenas y lo convierte en un producto literario que los mimetiza a ambos. Relato histórico y relato de ficción, ¿relatos complementarios? La Historia se ocupa de guardar lo memorable[10] –aquello que puede guardarse en el imaginario como acontecimiento ejemplar, o como una atrocidad que no debe repetirse–. Abre la puerta a la imaginación, y reflexiona sobre las oportunidades perdidas y sobre las circunstancias que muestran nuevos caminos en las circunstancias del presente. Para Ricoeur (1999), hablar de Historia es adentrarse a una lógica que pertenece a los posibles narrativos[11]. ¿Qué es un posible narrativo? Estos proporcionan un medio por el cual se puede hablar de lo que serán “historias verdaderas”, pero ¿a qué se refiere Ricoeur con “historias verdaderas”? Son historias que potencializan el presente, pero que se liberan a partir del pasado. No existe historia que no sea del presente, pero que se nutre por la eficacia del pasado. El mundo alucinante es la historia que representa al presente, pero se fortaleció al ser una versión libre de las Memorias de Fray Servando, quién pertenece al pasado de la Historia de México. La ficción, es una manera de explorar la condición humana mediante sus acciones, ya sea el actuar de personajes poderosos o los que se resisten a la cotidianidad, ya que estos personajes trabajan con el simbolismo de las acciones. Recordando lo dicho por Juan José Saer (1997), la ficción busca enaltecer y trabajar desde la complejidad del concepto de verdad, y no brindar que el contenido de un relato de ficción sea falso. El mundo alucinante es una obra que representa el presente impregnado de pasado y futuro, es decir dónde la ficción y la Historia se complementa, pero ¿por qué? El presente se encuentra reafirmado por su autor y la decisión de crear una versión libre con tintes de parodia de un personaje del pasado que se convierte en el ancla de la ficción y la Historia, por la forma en que se van desarrollando el relato, los elementos ficcionales y los datos históricos que presenta al lector. El intercambio de intencionalidad es la parte medular de la cohesión entre los sucesos que marcan lo que conocemos como relato histórico y relato de ficción. La intencionalidad de Reinaldo Arenas con la configuración de esta obra fue una forma sutil de presentar y preservar parte de la Historia a través de un personaje tan importante como Fray Servando mediante la exposición de su peregrinar y su condición de exiliado, con la cual se siente identificado, pues la obra también se va construyendo a sí misma conforme transcurre su lectura. Es la trama y su configuración a partir de los rasgos: estructurales, simbólicos y temporales que se identificaron en Mimesis I, los que proveen de las líneas de intersección entre el relato histórico y el relato de ficción en El mundo alucinante. Si bien, la obra de Reinaldo es un relato de ficción casi histórico, es en la medida en que los acontecimientos irreales –es decir, cuando por ejemplo el fraile escapa de la mujer judía que se quiere casar con él y la forma en que lo hace, con cierta fantasía– que son presentados son hechos del pasado para la voz narrativa que los presenta y se dirigen directamente al lector; esto muestra una semejanza –no en su totalidad– pero sí en gran medida a hechos del pasado, lo cual permite afirmar que por ello la ficción se parece a la Historia, puesto que aquello que debía acontecer, se convertía en un descubrimiento de la potencialidad que un pasado real/verídico como se ha hecho alusión y un posible real que solo obedece a la ficción. El relato histórico y el relato de ficción se entrecruzan, y al momento de que se descubre que son complementarios se convierten en la opción idónea para que el lector pueda acceder a una obra como El mundo alucinante, pero sobre todo accede a la vida y obra de Fray Servando Teresa de Mier, pues el dato duro de la Historia, ya sea de la época en la que vivió el fraile o las propias acciones del dominico es presentado por mecanismos de ficción que lo hacen más accesible, lo cual no implica que no exista verdad o realidad en lo que el relato narra sino que la ficción te permite una forma menos tradicional pero más amena y de una recepción más fácil para el lector, lo que contribuye en la aceptación de la obra. Relatar la historia de una vida como la de Fray Servando Teresa de Mier es una proeza debido al peso que posee dentro de la Historia de México y sobre todo dentro de la época independentista; es una de las posibilidades de interpretación de cómo la Historia, por medio de la ficción, permitió configurar, representar e interpretar el tiempo humano, en este caso la vida desde una configuración temporal de Fray Servando. Referencias Díaz, D. (2012). Paratexto, texto e intertexto de El mundo alucinante de Reinaldo Arenas. [Tesis de maestría]. Colegio de San Luis Mier, Fray S. T. (1971). Memorias Tomo I, 2ª ed. México: Editorial Porrúa (Colección de Escritores Mexicanos, 37) Panichelli Teyssen, S. (2005). La pentagonía de Reinaldo Arenas: un conjunto de novelas testimoniales y autobiográficas. [Tesis Doctoral]. Universidad de Granada Ricoeur, P. (1996). Tiempo y Narración III. México: Siglo Veintiuno. Ricoeur, P. (1995). Tiempo y Narración I. México: Siglo Veintiuuno Saint-Lu, A.; Bénassy-Berling, M. (1990). Historia de la Revolución de Nueva España. México: Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos NOTAS: [1] En algunas partes del texto se utilizarán solo las siglas EMA [2] Es importante señalar que notar la ausencia de su padre es fundamental, ya que varios de los personajes del cubano se aquejan de esta situación a lo largo de su narrativa, es uno de los datos que expone Panichelli Teyssen en su tesis doctoral sobre las obras que pertenecen a la pentagonía de Reinaldo Arenas. [3] Panichelli Teyssen rescata este momento, pues es clave para la entrada de Reinaldo al mundo literario de la Habana. [4] La pentagonía de Reinaldo Arenas será enlistará de manera cronológica a continuación: Celestino antes del alba (1964), El palacio de las blanquísimas mofetas (1989), Otra vez el mar (1984), El color del verano (1992) y El asalto (1992). [5] Dato crucial, ya que ambos personajes mencionados tendrán una influencia trascendental en el pensamiento de Reinaldo Arenas. Dicha influencia ha sido mencionada en distintos estudios y biografías sobre el escritor cubano. [6] Es necesario poner ambos años, ya que según la fuente consultada algunos mencionan que fue escrita en 1965 o en 1966. [7] La información sobre el mundo alucinante es una recopilación de datos tomados de varios artículos y del prólogo de la novela en Edición de Enrico Mario Santí por Cátedra. [8] Cuando hablemos de Historia con mayúscula se estará hablando de acontecimientos históricos. [9] La intratemporalidad se refiere a: ocuparse de sí mismo y de las cosas en el tiempo, de esta manera manifiesta que la temporalidad depende de nosotros, de aquello que se encuentra en nuestras manos. La función de la intratemporalidad se manifiesta durante la praxis cotidiana. [10] Paul Ricoeur habla de lo “memorable” como un elemento que el historiador debe conservar, desde el sentido estricto de la palabra. [11] Paul Ricoeur menciona una dialéctica que hace posible una aproximación de la historia a la ficción, pues hace un reconocimiento de los valores del pasado que da como resultado la apertura de lo real a lo posible. |
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