Una voz femenina prehispánica y un acercamiento al cuicatl  “Canto de Macuilxochitzin”.

A pre-Hispanic female voice and an approach to the cuicatl "Canto de Macuilxochitlzin".

DOI: 10.32870/argos.v9.n24.1.22b

María Lourdes Hernández Armenta
Departamento de Letras Universidad de Guadalajara (MÉXICO)
CE:hernandezarment@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3091-8122

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Recepción: 31/10/2021
Revisión: 06/11/2021
Aprobación: 25/11/2021

 
   

Cómo citar este artículo (APA):

En párrafo:
(Hernández, 2022, p. _)

En lista de referencias:
Hernández, M.L.. (2022). Una voz femenina prehispánica y un acercamiento al cuicatl  “Canto de Macuilxochitzin”. Revista Argos. 9(24). 3-15 DOI: 10.32870/argos.v9.n24.1.22b:

   
           
       

Resumen:
Los poetas en la época prehispánica nahua eran llamados cuicapicque que significa“creadores de cantos” o “forjadores de cantos”, se sabe que por poseer el don poético, eran admirados, respetados y su producción fue vasta. Miguel León Portilla rescató el nombre de veinte de ellos, incluida una mujer, Macuilxochitzin a quien trataremos de conocer a través del análisis y reflexión que se desprende del único canto que de ella se tiene. ¿Quién era? ¿Por qué solamente se tiene este poema de la época prehispánica atribuido a una mujer? ¿Qué hay más allá del hecho histórico al que alude? Es lo que trataremos de responder a lo largo de este trabajo, insuficiente creemos para conocer el legado femenino de las forjadoras de cantos de aquella época pero que intentaremos al menos, rescatar su voz en una sociedad donde el valor de “lo femenino” y por ende, la importancia de la mujer, aún está por comprenderse..

Palabras clave: Macuilxochitzin. Cuícatl. Ometéotl. In Xóchitl in cuícatl. Yaocuícatl.

Abstract:
The poets in the pre-Hispanic Nahua they were called cuicapicque which means "creators of songs" or "forgers of songs", it is known that because they possessed the poetic gift, they were admired, respected and their production was vast. Miguel León Portilla rescued the name of twenty of them, including a woman, Macuilxochitzin, whom we will try to get to know through the analysis and reflection that emerges from the only song we have of her. Who was she? Why is this poem from pre-Hispanic times only attributed to a woman? What is there beyond the historical fact to which it alludes? It is what we will try to answer throughout this work, insufficient we believe to know the feminine legacy of the forgers of songs of that time but that we will try at least, to rescue her voice in a society where the value of "the feminine" and therefore, the importance of women is yet to be understood.

Keywords: Macuilxochitzin. Cuícatl. Ometéotl. In Xóchitl in cuícatl. Yaocuícatl.

 

   
 

Elevo mis cantos,
Yo, Macuilxóchitl,
 con ellos alegro al Dador de la vida,
¡comience la danza!

(Fragmento)

 

Introducción.
La voz de Macuilxóchitl en este canto se eleva dando alegría al Dador de la vida, al mismo tiempo, escuchamos en ella a otras voces, las de las mujeres de su tiempo, la de la Historia y la del pensamiento o filosofía de los tlamatinime, es de ellode lo que trataremos en este trabajo para responder ¿Quién era? ¿Por qué solamente se tiene este poema de la época prehispánica atribuido a una mujer? ¿Qué hay más allá del hecho histórico al que alude? Empezaremos haciendo un poco de historia para recordar el momento en que llegó Hernán Cortés a la isla de Cozumel, era el año de 1519 y de lo que más les llamó la atención a los españoles de todo lo que se encontraron, “los libros de los mayas” y contaría de ello el cronista Pedro Mártir de Anglería: “Poseen también, oh Santo Padre, innumerables libros” (Stuart, 2013, p. 26). Sería Fray Bernardino de Sahagún quien nos contaría más acerca de ellos.

Estas gentes no tenían letras ni caracteres algunos, ni sabían leer, ni escribir, comunicábanse por imágenes y pinturas, y todas las antigüallas suyas y libros que tenian de ellas, estaban pintados con figuras é imágenes de tal manera, que sabian y tenian memorias de las cosas que sus antepasados habian hecho y dejado en sus anales, por mas de mil años atrás, antes que viniesen los españoles á esta tierra. De estos libros y escrituras los mas de ellos se quemaron (a) al tiempo que se destruyeron las otras idolatrías; pero no dejaron de quedar muchas escondidas que las hemos visto, y aun ahora se guardan por donde hemos entendido sus antigüallas. (Códice Florentino, en Garza & Baudot, 1996, pp. 80, 81)  

La cita muestra claramente el destino que tuvieron estos libros y todo lo que conllevó este hecho histórico, de la mencionada quema se salvaron una docena de la zona nahua, mixteca y tres de la maya. Es bien sabido del trabajo de recuperación que realizaron los frailes encaminado al proceso de evangelización y los códices poscolombinos estarían marcados por dicha intención, uno de ellos es el que citamos anteriormente que lo resalta   pero eso es otro tema y no queremos desviarnos del que nos ocupa. Destacamos de la información, la antigüedad de dichos libros, “más de mil años antes de la llegada de los españoles”. Ya, en sus estudios sobre el tema de la literatura prehispánica Miguel León Portilla (Garza & Baudot, 1996), nos dice que las creaciones literarias nahuas datan de tiempos muy lejanos, como lo menciona en otro de sus apartados, el ya citado Códice Florentino:

[...] a lo largo de las costas que ven al oriente, en años remotos, vivieron hombres sabios, poseedores de cuentas calendáricas, escritura y amoxtli, como los que allí se nombran cuicamatl, “papeles de cantos”, y temicamatl, “papeles de sueños”. (p. 133)

Con esto entramos más a nuestro tema, apoyaremos nuestro análisis en los estudios que ha hecho de él Miguel León Portilla (Garza & Baudot, 1996), quien identifica tres etapas en la producción literaria nahua, la primera que sitúa por lo menos desde el siglo X d.C. cuando se forjó la Toltecáyotl, término que se le da al conjunto de las creaciones toltecas, la siguiente etapa es la mexica, correspondientes a los últimos dos siglos antes de la llegada de los españoles, hay otra etapa más que habla de la conquista, que cierra el ciclo de lo que se denomina “ciclo autónomo de la literatura náhuatl” (p. 131). 

Macuilxóchitl según sus datos biográficos, pertenece a la etapa mexica, nacida a mediados del siglo XV, hacia 1435, hija de Tlacaélel, quien fuera importante consejero de los reyes aztecas, nunca fue tlatoani pero estuvo detrás del trono durante buen tiempo. Se conoce también de él que tuvo gran descendencia, sobresalen doce hijos de madre distinta, según cuenta el historiador Tezozomoc, dos fueron mujeres, la séptima la llamada Tollintzin, la octava Macuilxochitzin. “De ella nació el príncipe Cuauhtlapaltzin.” (Tezozomoc en León, 1984, p. 156)

Macuilxochitzin se llamó así, nos dice León Portilla (1984) quizá porque nació en la fecha 5-Flor “que esto significa su nombre, o tal vez porque lo recibió a manera de apodo al ser conocida su afición por la poesía. Sabido es que Malcuilxochitl era también uno de los títulos con que se invocaba al dios de las artes.” (p.157)  También había la creencia de quien naciera en la fecha mencionada tenía aptitudes para las artes y nuestra poetiza, no fue la excepción como lo veremos más adelante, ya que no podemos analizar su único canto sin que toquemos ciertos aspectos que se desprenden de nuestro trabajo de investigación sobre nuestra forjadora de cantos y el primero es el por qué solamente se tiene conocimiento de ella y su talento, ¿Qué pasó con las otras? Porque las hubo como bien lo señala Miguel León Portilla (1984) en su libro Trece poetas del mundo azteca:

Extraño hubiera sido hacer mención del rostro y el corazón de trece poetas nahuas, sin incluir entre ellos los de alguna dama forjadora de cantos. A ignorancia nuestra o a grande malevolencia de los cronistas habría que atribuir tan lamentable omisión, sobre todo si se toma en cuenta la existencia de numerosos textos y cantares anónimos que deben recibirse como obra que fueron de mujeres prehispánicas.(p. 156)

Y Macuilxóchitl las representa, por ella podemos deducir aunque no de manera contundente algunas dudas sobre el papel que tenía la mujer, al menos las de su clase, en la sociedad mexica y se nos sugiere la posibilidad de que tenían acceso a una educación más especializada, porque si bien nos lo dice León Portilla en el ya citado libro (1984) que el conocimiento y la cultura de nuestra autora se debía a su relación con su padre y del cuidado que tuvo éste de trasmitírsela, del ambiente en que creció, queda la duda de si realmente fue así o es que como parece ser, las mujeres también tenían la oportunidad de asistir a una escuela que las instruyera nos solamente en el arte del telar, del bordado y de la gastronomía, sino también en la historia,  la cultura y los conocimientos que solamente en una institución como el Calmécac proporcionaba, ya que de ahí salieron los forjadores de cantos que conocemos. Sabemos por las crónicas que las mujeres pasaban la infancia cerca de su madre, aprendiendo todo lo referente al hogar y nos dice Dorothy Tanck De Estrada (2010)

Que las fuentes son especialmente escasas y ambiguas en las explicaciones sobre la instrucción de tipo escolar de las mujeres. En algún pasaje referente al calmécac se habla de la posible presencia de mujeres y se dice que se convertirían en cihuatlamacazque, es decir, en sacerdotisas. Esta especie de calmécac femenino correspondería con la ichpuchcalli, o casa de dondellas, que se menciona en varias ocasiones. Otros pasajes dicen que algunas mujeres iban “ompa teopan”, o bien al “calpulco”, es decir, “allá al templo”, a la “casa comunal” (p. 1759)

Ya Miguel León Portilla (1984) hizo mención de que varios cronistas dan testimonio de las “mujeres que cultivaron el arte de la poesía y que además, fueron conocidas por su sabiduría, lo que nos hace inclinarnos que fueron estudiantes del calmécac.

Ixtlilxóchitl alude a varias de ellas y justamente, al tratar de la figura del rey Nezahualpilli, hemos aducido sus palabras acerca de aquella célebre y real concubina conocida con el sobrenombre de "la Señora de Tula", la cual, como dice el cronista de Tezcoco, "era tan sabia que competía con el rey y con los más sabios de su reino y era en la poesía muy aventajada [...]". 78 Por otros rumbos, Chimalpain en sus Relaciones, así como los Anales de Cuauhtitlan, mencionan también la existencia de poetisas y aun llegan a transcribir algunos fragmentos de sus composiciones. 79 Magnífica muestra de la ternura y del ingenio de la mujer náhuatl como poeta nos la ofrece un largo canto incluido en los folios 39 v. a 40 v. del tantas veces citado Manuscrito de cantares que se conserva en la Biblioteca Nacional de México. Es la transcripción de un cozolcuícatl, que tanto vale como "canción de cuna", dirigida al pequeño Ahuitzotl que más tarde sería señor de los aztecas. Sabemos que ese canto fue obra de una mujer porque quien lo compuso alude en él muchas veces a sí misma: "yo soy doncella mexicana [...] yo doncellita he concebido mi canto en el interior de la casa de las flores [...] " Mas si hemos de atribuir este poema, uno de los más bellos, a una joven de Anáhuac que supo forjarlo, desgraciadamente ignoramos su nombre y nada podemos decir de ella. (pp.155, 156)

Justificamos la cita anterior, extensa sí pero necesario hacerla textualmente para dar crédito a quien se dedicó exhaustiva y apasionadamente al tema, es a Miguel León Portilla a quien debemos los conocimientos que se tienen de estas forjadoras de cantos y el nombre de la que aquí tratamos, también nos parece importante destacar del ya tan citado libro (León, 1984),  una nota a pie de página que indica que en los mitos prehispánicos se mencionan a deidades femeninas cuyas expresiones “son  a la vez revelación y poesía (p. 154) como el que aparece en Los Anales de Cuahtitlán,fol. 3,  expresado por la diosa Itzpapálotl:

Marcharéis hacia el oriente, hacia allá lanzaréis vuestras flechas. También al rumbo de los muertos (el norte), al interior de las grandes llanuras, hacia allá lanzaréis vuestras flechas. Y asimismo a donde están las sementeras acuáticas, hacia allá lanzaréis vuestras flechas [...]  (p.155)

Con este lenguaje esotérico y lleno de simbolismos, es revelado a los chichimecas, nos dice León Portilla “su destino por los distintos rumbos del mundo” (p. 154). Como podemos ver, existe la evidencia de forjadoras de cantos herederas de la expresión de las divinidades femeninas y cuya importancia en la sociedad mexica la sostienen los testimonios de los cronistas aunque de manera escueta, lo que demuestra el poco interés que se tuvo en recuperar la importancia que tenía la mujer en aquella época y el papel que tomaba en la sociedad, en la política y en la religión, ya que es sabido también por los algunos códices, como el Telleriano-Remensis, de la existencia de mujeres tlahcuilo y sacerdotisas, lo que constata que se rescató el tipo de mujer que se adecuara a la nueva sociedad, y por consiguiente a la nueva religión, donde la figura masculina era predominante en todos los ámbitos, por ello abunda la imagen de la mujer prehispánica dedicada al hogar, que realmente tenía una gran importancia en la sociedad mexica pero que se denigró con la colonia y su nueva visión de mundo. Como se aprecia, éste es un tema que amerita un análisis más específico y que desviaría el objetivo de este trabajo pero creímos pertinente mencionarlo como parte de las voces que surgieron al momento de escuchar la de Macuilxóchitl.
Para entrar al análisis del canto que nos ocupa, es necesario hablar sobre la poética náhuatl. Pudimos ver en la cita del Códice Florentino, que en tiempos prehispánicos existía un discurso a base de imágenes, lo que se llamaban amoxtli (palabra que significa libro en náhuatl, en la actualidad los conocemos como códices) y otro oral, cada uno tenía su expresividad propia y el objetivo primordial era la de perpetuar el conocimiento. De todo el legado de las producciones prehispánicas que se tienen Miguel León Portilla destacan:       

      1. Cuícatl: vocablo que se traduce como “canto, himno, poema”. Podría corresponder a lo que nosotros llamamos creación poética.
      2. Tlahtolli: término que significa “palabra, discurso, narración”. Correspondería a las expresiones en prosa. (Garza & Baudot, 1996, p.138)

Por las características del texto que analizamos, es evidente que pertenece a un cuícatl, cabe mencionar que dentro de estos, hay una categorización según su temática, así podemos encontrar una serie de los mismo en los que sobresalen: xochicuícatl o xopancuícatl, cantos de primavera, yaocuícatl, cantos de guerra, teocuícatl, cantos a las divinidades, icnocuícatl, cantos de orfandad y cuecuexcuícatl, cantos ligeros y de cosquilleo. En base a esto, podemos iniciar nuestro análisis del “Canto de Macuilxochitzin”, titulado así por Miguel León portilla, ya que originalmente los cantos no lo tenían, el nahuatlaco justifica su acto argumentando que lo hace para darle una mayor comprensión al mismo.

Por su temática podemos decir que es un yaocuícatl, un canto de guerra, resulta interesante ver que el único canto (poema) de una poetisa prehispánica sea un canto de guerra, el tema es un hecho histórico muy importante para Tenochtitlan, así como también para Tlacaélel y por su puesto para Axayácatl, “La guerra de Chalco”, ya Miguel León Portilla (1984) menciona en su libro Trece poetas del mundo azteca todo lo que pudo motivar a Macuilxóchitl a crear este canto, por lo que nosotros nos enfocaremos más a tocar otros aspectos del mismo.

El primer verso es precisamente el epígrafe del presente trabajo y  podemos ver que lo primero que resalta es la voz poética, quien ofrenda sus cantos al Dador de la vida y a la vez, la importancia de la poesía como aquello capaz de dar alegría a la divinidad, de honrarla y al mismo tiempo señalarla como el camino para llegar a la misma. Cabe destacar que esta idea, la de llegar a la divinidad a través de la poesía, es conocida como in Xóchitl in Cuícatl, y es herencia de la tradición tolteca y Quetzalcóatl.

Elevo mis cantos,
yo, Macuilxóchitl,
con ellos alegro al Dador de la vida,
¡comience la danza! (p. 165)

Además este primer verso, revela algunas de las características de la poética nahua, una de ellas y si no la principal la poesía vista como don divino que a la vez, se ofrenda al Dador de la vida y otra, la mención implícita de que la poesía conocida como cuicatl era acompañada por música y danza. Hacemos un pequeño paréntesis para hablar del significado de la danza prehispánica porque así se entenderá más, el por qué formaba parte de in Xóchitl in Cuícatl. Motolinia en sus Memoriales, nos dice que la palabra para danza era maceualiztli, de maceua, danzar, hacer penitencia y también, netotiliztli, de netolli, voto o promesa, como podemos ver, ambos tienen como raíz la idea de exvoto o “merecimiento”, la cita textual dice:  

En estas fiestas y bailes no solo llamaban y honraban y alababan a sus dioses con cantares de la boca, mas también con el corazón y con los sentidos del cuerpo, para lo cual bien hacer, tenían y usaban muchas maneras, así en los meneos de la cabeza, de los brazos y los pies como con todo el cuerpo trabajaban de llamar y servir a los dioses por lo cual aquel trabajoso cuidado de levantar sus corazones y sentidos a sus demonios, y de servirles con todos los talantes del cuerpo, y aquel trabajo de preservar un día y parte de la noche llamábanle maceualiztli, penitencia y merecimiento...” (Motolinia en Covarrubias, 1955)

La cita nos revela aspectos muy interesantes de la danza prehispánica entre ellos el por qué de los danzantes en las fiestas patronales en la actualidad, los llamados concheros o huehuenches, pero tomamos lo que interesa para nuestro análisis, que con la danza se honraba y alababa a los dioses.

Es interesante ver volviendo a nuestro canto cómo primero se enaltece a la divinidad, se la da una importancia por sobre todas las cosas y la poesía al ser elevada hasta ella, adquiere el mismo nivel y por ende, se diviniza. Entonces, se puede pasar al plano terrenal, la danza, a través de ella, se espera un merecimiento de poder dar alegría al Dador de la vida.

¿A donde de algún modo se existe,
a la casa de Él se llevan los cantos?
¿O sólo aquí están vuestras flores?,
¡comience la danza! (p. 165)

No solamente hay una inspiración en este canto, sino también una reflexión  profunda sobre su destino, solamente es para deleite terrenal o también para el Dador de la vida. Nos detenemos en esta parte del canto para tocar el tema del Dador de la vida, a quien concebían los tlamatinime (sabios) aztecas como una energía sagrada que se había creado por sí misma y a todo lo existente, capaz de gobernar el universo y que se manifestaba de muchas formas pero particularmente como dualidad Ometéotl y es muy interesante como concebían la manera en que esta divinidad creó todo lo existente mediante un proceso artístico, Ometeotl es la, él, gran artista y la tierra según Aquiauhtzin es “la casa de las pinturas”,  Xayacamach nos dice en uno de sus canto “vuestra casa está aquí, en medio de las pinturas.” Era considerado como eterno e invisible, creador y sustentador del mundo. Se le aplicaban por sobrenombre Tloque-Nahuaque, amo de lo cercano y lo lejano (creador de todas las cosas) y también Ipalneomani (ser por quien se vive). También Moyocoyatzin,  le llama “el inventor de sí mismo”. No fue representado en imágenes pero en los códices aparece la pareja dual Omecihuatl y Ometecutli (León, 2010, p.112). Sobre Ometéotl y su relación con la poesía nos dice Ernesto Cardenal (1967):

La poesía, expresada por la doble metáfora Flor-Canto, estaba expresada también como una dualidad. Y es que la poesía para ellos era como una proyección metafórica de Ometéotl aquí en la tierra, y era el camino para llegar a El (sic): la Metáfora Suprema, la Suprema Poesía. (pp.665-666)

A Ometéotl le edificó un templo majestuoso Nezahualcóyotl, representando la doctrina heredada de los toltecas y Quetzalcóatl cuya esencia es la de llegar al Creador a través del arte y la poesía, in Xóchitl in Cuícatl, dicho templo significativamente estaba frente al de Huitzilopochtli, quien representaba la doctrina implantada por Tlacaélel, básicamente místico guerrera, la cual sostendría la vida del Sol a través de “los dardos y los escudos”.

Hacemos mención de todo esto porque vemos estas dos maneras de acercarse al simbolismo oculto de la divinidad en el canto de Macuilxóchitl, no solamente ella como forjadora de cantos logra elevarlos hasta donde está Ometéotl, sino también reflexiona cómo Axayácatl hace lo mismo en el campo de batalla:

es tu merecimiento de gentes, señor ltzcóatl: ¡ Axayacatzin,
tú conquistaste la ciudad de Tlacotépec !
Allá fueron a hacer giros tus flores,
tus mariposas.
Con esto has causado alegría.
El matlatzinca
está en Toluca, en Tlacotépec.
Lentamente hace ofrenda
de flores y plumas
al Dador de la vida. (p. 165)

Axayácatl es conocido también como forjador de cantos y vemos en “las flores” y “las mariposas” metáforas de la poesía según un listado que hace de las mismas José Luis Martínez (2004) entrar en el campo de batalla y causar alegría al Dador de la vida, con ello tenemos la respuesta a la duda preliminar, también las flores de guerra dan alegría como los cantos a “el que está a nuestro lado”. Encontramos una reiteración a la acción de la poesía hecha en el campo de batalla y no hay duda de que también “las flores de guerra” dan gozo a la divinidad.

Sobre nosotros se abren
las flores de guerra,
en Ehcatépec, en México,
con ellas se embriaga
el que está a nuestro lado. (p. 167)

Cuando uno se adentra en la esencia de la poesía nahua prehispánica, nos podemos dar cuenta de cómo es producto de una inspiración latente y circundante que el cuicapicque percibe y da forma pero a la vez, hay un sentimiento y una reflexión muy profunda sobre lo mismo, es decir, sobre la poesía misma, in Xóchitl in Cuícatl como parte de la divinidad, es ofrendada a la misma para tenerla feliz, para mantener una estabilidad de vida y gozo que será retribuida con bienestar a los hombres, esta visión tolteca de la poesía sirve de contrapeso con la otra visión, la de mantener la vida del sol a través de la ofrenda de sangre, como se aprecia en los   siguientes versos:

Como nuestros cantos,
como nuestras flores,
asi, tú, el guerrero de cabeza rapada,
das alegria al Dador de la vida. (p. 165)

El “guerrero de cabeza rapada” representa el suministro de esa ofrenda de sangre, ya que  en el Tepochcalli, se les dejaba a los estudiantes una trenza, misma que sería rapada cuando obtuvieran su primer prisionero de guerra, quien sería sacrificado y cuya sangre ofrecida a la divinidad le proporcionaría alegría y la mantendría viva y a Huitzilopochtli, quien luchaba al lado del bien contra las fuerzas del mal, en un combate sin tregua, así, al ser los aztecas el pueblo elegido del Sol, se justificaban todas sus conquistas y todo lo que implicaba puesto que con ello, se realizaba una suprema misión, la de mantener con vida al Sol, cuyo alimento principal era la energía vital encerrada en el chalchiuhatl (sangre), por todo esto, se elevó el número de los sacrificios humanos y se introdujo la práctica de “las guerras floridas”:

La finalidad fundamental de estas guerras era obtener víctimas para el sacrificio. El pueblo azteca se constituía así en una especie de pueblo elegido del Sol, dotado de una misión extraordinaria, de resonancias cósmicas: evitar el cataclismo que podría poner fin a la edad o Sol en que vivimos. (León, 2010, p.89)

Este pensamiento militarista fue implantado por Tlacaélel al forjar la nueva historia y religión de los aztecas después de la célebre quema de códices, interpretó a su manera los textos toltecas que conocía muy bien, se valió de ellos para crear una mística guerrera que logró elevar a su pueblo como el más grande y poderoso de la región central y sur de la actual República Mexicana, el Códice Boturini manifiesta esta grandeza:  “En tanto permanezca el mundo, no acabará la fama y la gloria de México Tenochtitlan.” (Lámina 22)

Después de traer a nuestro análisis todo este proceso histórico es necesario recalcar el parentesco filial de nuestra poetiza con el pensador azteca y cómo éste influyó en su ideología y cómo ella en este canto aunque no lo nombra, le rinde tributo al mencionar la esencia de su pensamiento, ahí en el campo de batalla, el “guerrero de cabeza rapada” da alegría al Dador de la vida.

Pero también está implícito en el tema mismo del canto, la guerra de Chalco y de su principal personaje Atzayácatl, pues los libros señalan a Tlacaélel primeramente como autoridad máxima en la elección del joven Tlatoani y cómo éste influido por él, combatió y ganó a los chalcas en esta histórica guerra donde también fue herido.  Macuixóchitl lo narra así:

Allá en Xiquipilco a Axayácatl
lo hirió en la pierna un otomí, su nombre era Tlilatl;
Se fue éste a buscar a sus mujeres,
les dijo:
"Preparadle un braguero, una capa,
se los daréis, vosotras que sois valientes.” (p.167)

El canto sigue y culmina con el gesto compasivo de Axayácatl que ante las súplicas de las mujeres, le perdonó la vida al otomí. Así, resalta la figura de éste como forjador de cantos, como guerrero y también muestra su humanismo. Importante señalar también el papel femenino en este canto, este grupo de mujeres anónimas pero valientes que se atrevieron hacer súplica al rey y ganar su misericordia. Esta anécdota coincide   con otro canto de  Aquiauhtzin conocido como “Canto de las mujeres de Chalco”, un cuecuexcuícatl en donde de manera irónica, satírica y lleno de simbolismo erótico narra cómo Axayácatl fue vencido por las mujeres y no precisamente en el campo de batalla.

Podemos concluir que Macuilxóchitl en este canto nos muestra el pensamiento místico guerrero de su padre Tlacaélel “las flores de guerra, dan alegría al Dador de la vida” y de la gran influencia que llegó a tener en el pueblo azteca nombrándolo “el pueblo del Sol” pero lo más revelador para nosotros, fue ver que nuestra poetiza no solamente conocía esta filosofía de vida de su cultura, sino también la más antigua, heredada de los toltecas y Quetzalcóatl, la de llegar a Ometeotl a través del in Xóchitl in Cuícatl, y nos queda la pregunta, dónde la aprendió, no en su hogar, quizá en un lugar donde las ideas y reflexiones de los Tlamatinime (sabios) se memorizaban y rendían fruto. Creemos también que no fue la única, que hubo otras  como también lo asegura Miguel León Portilla, cuyo “rostro y corazón” omitieron al momento de la recuperación de nuestro legado cultural náhuatl pero la voz de Macuilxóchitzin las representa, su único canto da alegría al Dador de la vida que repercute en la actualidad evidenciando y honrando la existencia de otras voces femeninas prehispánicas, entre ellas, a las forjadoras de cantos.

Referencias
Cardenal, E. (1967). In Xóchitl in Cuícatl. https://cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/2667/19674%204P665.pdf?sequence=1&isAllowed=

Covarrubias, M. (1955). La danza prehispánica, Museo Nacional de Antropología. https://mna.inah.gob.mx/gabinete_de_lectura_detalle.php?pl=La_danza_prehispanica

Garza, C. & Baudot, G. (1996). Historia de la literatura mexicana. México: Siglo XXI

León, P.M. (1984). Tece poetas del mundo azteca. México: UNAM

León, P.M. (2010). Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. México: F.C.E.

Martínez, J.L. (2004). Nezahualcóyotl, vida y obra. México: F.C.E.

Tanck, D.E.D. (2010). La educación en México. México: El Colegio De México 

Pueblos originarios. Escritura y simbología. Códice Boturini. https://pueblosoriginarios.com/meso/valle/azteca/codices/boturini/boturini.html

Stuart, D. (2013). Códices Mayas. Artes de México. (109), 24- 35

 
 

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