El personaje balzaciano y los caracteres fantástico-posmodernos en Ni falta que hace Dios. The Balzacian character and the fantastic-postmodern characters in Ni falta que hace Dios. |
Discusió literaria | |||||||||
Sandra Ruiz Llamas |
DOI: 10.32870/revistaargos.v12.n29.4.25a | |||||||||
Recepción: 07/10/2024 |
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Cómo citar este artículo (APA): En párrafo: En lista de referencias: |
Resumen. Palabras clave: Posmoderno. Carácter fantástico. Personaje decimonónico. Balzac. Abstract. Keywords: Postmodern. Fantastic character. Nineteenth-century character. Balzac. |
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sé que uno no puede conocerse, sino solamente narrarse.
Introducción Desde otro ángulo —temático, argumental y estructural— y para obtener una perspectiva comparatista, examinamos el personaje perteneciente a la literatura posmoderna que, envuelto en las diversas formas de transgresión, responde a nuevas dimensiones de representación, de tipo meta ficcionales, con figura inusual, caracteres adaptados al mundo de la Inteligencia Artificial, a la otredad del humano; mecanismo utilizado en la novela Ni falta que hace Dios (2017) de Dante Medina. El autor subvierte en toda magnitud el concepto del personaje fantástico, lo muestra sin apariencia o figura, como entidad es identificado mediante dos tipos de código Rzt, Ñrp, Fhk (consonantes), Oui y Eau (vocales), composiciones equivalentes al nombre y apellido del personaje inmutable. Faculta la cronología del ente posmoderno de reversibilidad, haciendo que Yah o Hay —narrador en tercera persona— recurra a la lectura de teorías científicas, de mecánica cuántica, de la física y del nivel subatómico. En este procedimiento se cumple la preceptiva literaria que señala David Roas:
En el ámbito extratextual, a dicha selección de personajes, el balzaciano —empeñado en la representación mimética del individuo— y los fantástico-posmodernos —insistentes en la alteración, aventurados por aquello que está más allá de las fronteras de lo real— los une el mismo espacio ficcional: Paris; Susana Reisz señala que las historias fantásticas:
Así pues, este artículo parte de la hipótesis de que estos personajes prototípicos —pese a corresponder a diversas épocas— se tocan, se unen, y se relacionan a través de una de las más sólidas líneas de la ficción: los autores no hablan en nombre de sus personajes, sino que los dejan actuar por sí mismos, les permiten ser, sin que el narrador los dirija como marionetas. Scènes de la vie parisienne: Balzac La Realidad es aquello que, incluso aunque dejes de En Le père Goriot la narración está construida en torno a la realidad, mediante cánones de verosimilitud de nuestra propia experiencia: “Ah sachez-le: ce drame n’est ni une fiction ni un roman. All is true, il est si véritable, que chacun peut en reconnaître les éléments chez soi, dans son cœur peut-être” (Balzac, 2008, 67). ¿Es posible dar fe al autor y aprobar esa realidad ficcional? Si nos referimos a los límites de la percepción, Rosalba Campra cuestiona: “¿qué distancia hay entre la realidad y los sentidos que la definen? ¿Qué ve el personaje? ¿Y el narrador? ¿Y el lector?” (Campra, 2008, 84). Los calificativos de “fantástico” y “realista” comenzaron a emplearse de forma más sistemática a partir del siglo XIX, centuria en que según parámetros manifiestos en el personaje balzaciano, las libertades del individuo tienen mayor fuerza. Por ello, admitir esta ficción es suspender la incredulidad y dar por hecho que père Goriot, personaje arquetípico, es un individuo real. La obra sale a la venta el 2 de marzo de 1835, esa primera edición reunía veintitrés personajes, en ediciones actuales aparecen cuarenta y ocho prototipos que manifiestan una congruente mirada a las dinámicas del realismo francés: la percepción del personaje en una persistente lucha para conseguirse en los términos de la clase burguesa que ejerce tensión en la satisfacción y el envanecimiento, rasgo que Gyorgy Lukács describe como la enajenación del individuo moderno. Alfonso Livianos Domínguez en “Una teoría del personaje” decimonónico, señala “Las novelas, según Balzac, son la historia privada de las naciones, pero también constituyen la historia privada o interior de los personajes literarios” (Livianos, 2015, p. 8). El drama se sitúa en el año 1819 —“Néanmoins, en 1819, époque à laquelle ce drame commence…” (Balzac, 2008, pp. 66-67)—, la descripción siguiente localiza al lector a una adhesión de realidad, París, capital que se ciñe al mundo cotidiano:
El narrador pretende que el lector se reconozca, Rosalba Campra afirma que es así como el texto es “un espacio de reproducción de lo real”, (pp. 66-67) lo real plasmado corresponde en ciertos elementos con la experiencia de la realidad extratextual; al final del párrafo es señalado algo anómalo e irónicamente de “monstruosidad”, el escenario donde acontecen las scènes de la vie parisienne [escenas de la vida parisina] (Ver: Figura 1):
Figura. 1. Abril, Mapa de las fortificaciones y alrededores de París: detalle que muestra París (en rojo difuminado) y los suburbios interiores (en amarillo) 1842. En el eje del personaje, Tzvetan Todorov clasifica los “temas del yo” y “los temas del tú”, en los primeros se engloban los seres sobrenaturales; los segundos —nos remiten a la primera descripción general del tipo de persona que recibe la Maison Vauquer—, considerándolo un aspecto de dimensión paródica, “cuestionan la esfera de la sexualidad en sus formas extremas” (Campra, 2008,p. 24), refiere Rosalba Campra: “On entre dans cette allée par une porte bâtarde, surmontée d’un écriteau sur lequel est écrit : Maison-Vauquer, et dessous : Pension bourgeoise des deux sexes et autres” [Se entra en este callejón por una puerta bastarda, coronada por un letrero en el que está escrito: Maison-Vauquer, y debajo: Pension bourgeoise des deux sexes et autres] (Balzac, 2008, p. 77). La especificación “et autres”[1] expresa la correlación del individuo con su deseo, asociada con una identidad sexual que no coincide con las ya constituidas; de ahí el experimento posmoderno dantemediniano —que exponemos más adelante— de manifestar figuras heterogéneas e innovadoras que superan esos límites. Ciertamente ello forma parte de la sociedad actual a través de la intersexualidad, la orientación queer, es “un legible simbolismo sobre la incomprensión y el rechazo hacia aquéllos que un grupo social considera 'diversos'”, considera Rosalba Campra (p. 58). Aparentemente, en la primera aparición de père Goriot el texto no refiere a ningún elemento extratextual, sencillamente es el trazo inicial de un personaje realista en la que el autor no combina lo real con lo ficcional, sino lo real con lo real; al contrario de lo que sucede en el personaje posmoderno, su impresión de lo real es divergente en virtud de la cibercultura:[2]
El tipo de personaje por sus características generales resulta identificable en el repertorio cultural del lector pues “la novela realista se sirve de procedimientos de convalidación que son, en algunos casos, del mismo orden que los de la literatura fantástica” (Campra, 2008, p. 67). En el texto fantástico posmoderno, el personaje que se desarrolla en el entorno digital (mediante realidad virtual u holografía) incrementa el grado de ficción:
El narrador hace una pretensión historicista para retratar a père Goriot, el canon permite observarle como un individuo real. Northrop Frye asegura que en la novela realista el héroe podría ser uno de nosotros lectores. (Frye, 1977, p. 54) Existe en esta segunda pormenorización del personaje una mímesis e interés estético del escritor decimonónico por querer exhibir la sociedad como materia literaria. Todavía no es tan notorio ni tan ingenuo el infortunio que vivirá père Goriot: “Monsieur Goriot était un homme frugal, chez qui la parcimonie nécessaire aux gens qui font eux-mêmes leur fortune était dégénérée en habitude.” [Monsieur Goriot era un hombre frugal, en quien la parsimonia necesaria para las personas que hacen su propia fortuna había degenerado en hábito.] (Balzac, 2008, p. 88). Los atavíos, espejismos e ilusiones que se introducen ponen a la vista paladinamente la opinión de la voz narrativa sobre père Goriot, lo cual no mengua en la veracidad de la ficción: “La verosimilitud no es sino un tipo de consenso a veces percibido como tal, a veces no, pero de todos modos sujeto a la mutabilidad histórica” (Campra, 2008, p. 69). Mientras que en la ficción del ente posmoderno existe el sucesivo cuestionamiento de la realidad con “la construcción de historias cuyos protagonistas viven inmersos en entornos engañosos en los que no pueden confiar en sus sentidos” (Roas, 2021, p. 27), sostiene David Roas. Como personaje, una de las competencias de père Goriot, es la de testimoniar la época:
A continuación, se observa la metamorfosis del personaje y cómo empieza a cambiar su realidad individual en la Maison Vauquer. Surgen las primeras luchas de père Goriot por la subsistencia. La narración del siguiente acto, su comportamiento y psicología, muestran su empobrecimiento:[3]
En la novela Ni falta que hace Dios, la imagen del carácter fantástico también se transforma, aunque como “suplantación y duplicación para crear (por medios informáticos) un mundo falsificado e inmaterial, una idea que conecta, además, con la obsesión posmoderna”. (Roas, 2019, p. 27). Es ahora cuando se hace evidente la enfatización en la fragilidad del personaje, nos descubrimos en su tragedia, el objeto de imitación de Balzac fue focalizarse en la realidad que circundaba a père Goriot, es decir, en la manifestación de lo cotidiano decimonónico:
La narración de los acontecimientos termina de establecer el eje narrativo de la novela balzaciana: la lucha entre individuo y sociedad. La evolución del drama coloca al personaje principal en una perpetua miseria, su irremediable derrota:
Verdaderamente una tragedia fuera de serie que podría resumirse —en palabras de Rosalba Campra— como: “Lo que aquí se cuenta es imposible, y por tanto increíble, pero sucedió, y que se lo cuente es la prueba” (Campra, 2008, p. 68). En cambio en la narrativa posmoderna dantemediniana son diversas las ciencias (la filosofía y la tecnología) las que generan la conciencia del personaje y su construcción artificial, “ello explica que la narrativa posmoderna rechace el contrato mimético (cuyo punto de referencia es la realidad) y se manifieste como una entidad autosuficiente que no requiere la confirmación de un mundo exterior (‘real’) para existir y funcionar” (Roas, 2019, p. 29). Escenas de la vida parisina: Medina. Hemos soñado el mundo. Lo hemos soñado En la construcción del texto fantástico, el narrador debe crear “una serie de estrategias para probar su realidad: para probarse” asegura Rosalba Campra (2008, p. 68). Esto sucede en las pistas que expone el narrador para ubicar el año de la narración:
David Roas (2019) plantea: “¿hay literatura fantástica después de la mecánica cuántica?” (p. 21), este cuestionamiento lo dictamina Medina con la propia naturaleza de la realidad, en la que lo imprevisible e incierto le dan cabida a la transgresión, a lo imposible. Por ello, con terminología científica, el narrador cambia el medio de representación de la novela con el fin de potenciar lo fantástico:
Justamente las obras que emplean las nuevas invenciones tecnológicas en la literatura fantástica son para mostrar una innovadora transgresión de dos órdenes de realidad. El autor se sirve de ello mediante una actitud irónica para, al mismo tiempo, presentar una descripción de los espacios en que se desarrolla la novela, con ella no pretende una actitud sosegada del lector, sino una duda desestabilizadora sobre una Guadalajara que es “dos ciudades”, y un París es dos partes (Ver: Figura 2.):
Figura 2. Paris 2050: les cités fertiles face aux enjeux du XXIe siècle (2015) Medina inicia con una advertencia entusiasta, un contexto de representación tan imaginativo que propicia la nueva identidad de los personajes, su cambio de naturaleza:
Cuando el autor se refiere a un París utópico implica la transgresión del personaje (humano / no humano), pues existe una cohesión con lo fabulístico, mítico o fantástico. En la tradición cultural y literaria mexicana, los escritores han ampliamente destacado connotaciones humorísticas de la homosexualidad.[4] Medina incluye esta propiedad en sus criaturas sintético-antropomorfas, se infiere que son entes constituidos de partes orgánicas (si se estrecha la mano se contagiaría lo homosexual), y de partes cibernéticas (no confían en la profilaxis de la IA):
Con estos caracteres el narrador muestra una ambición científica en la figura del personaje, pretendiendo la exhaustividad del nuevo siglo puesto que excede la jerarquización de Louis Vax respecto a los personajes fantásticos (vampiros, lobizones, partes del cuerpo humano divididas, lo invisible y visible):
El avance de las investigaciones en las formas de representación del personaje posmoderno permite examinarlo no sólo desde la perspectiva fantástica, sino también desde una dimensión lingüística (a partir de la semántica y la filosofía del lenguaje) (Ruiz, 2023),[5] pues el personaje o carácter actual ya no se inscribe en el orden natural para incertidumbre del lector, sino en la esfera de novedosos códigos que el nuevo mundo determina. La nueva figura es capaz de descifrar signos humanísticos, de desarrollar actitudes humanas:
Ciertamente la sucesión de indicadores tecnológicos permite situarnos en la época en que acontece el texto, resalta que existe la suspensión de fronteras en la alteración espacial: Les Halles de París — Santa Tere en Guadalajara simultáneamente, ergo el extrañamiento de que Aei y Bcd, caracteres protagonistas puedan enamorarse. Encima supone identificar al narrador omnisciente (Yah o Hay) describiendo a su vez a Lectricia y Lhéctor, los narradores dentro de la novela:
Lectricia y Lhéctor recurren a los fenómenos de la mecánica cuántica, son narradores que conocen la capacidad de acogida de una partícula, pues a través de la paradoja del Gato de Schrödinger —en la que “la interacción del observador modifica la realidad” (Roas, 2019, p. 22) como lo explica David Roas—, comprueban el sentimiento de enamoramiento de los caracteres protagonistas.[6] En el siguiente caso, el narrador indica la antinomia física de los caracteres posmodernos, Aei da la impresión de tener muslos humanos híbridos, definidos de femeninos y distinguidos de varoniles, especie de transgresión al límite:
Scènes de la vie de province: Balzac.
Desde otra perspectiva en la que Balzac igualmente resalta lo provinciano, se ocupa de mostrar las dificultades económicas que pasan las familias para reunir dinero. El narrador se encarga de acentuar el inconveniente, privaciones que hace la familia y que simbolizan la no libertad del personaje:
Todo nombre y apellido de personaje tiene una finalidad en la narración, Eugène de Rastignac por ejemplo. Sin importar que exista el lugar en la realidad, confiere al texto un impacto de referencia, en este caso a la credulidad de que exista esa provincia.[7] Por ello, la “acepción de ‘verdad’ se extiende a toda ficción ‘realista’: el mundo que éstas ofrecen a la lectura no necesita ser probado a cada paso” (Campra, 2008, p. 67), comenta Rosalba Campra.
El sorprendente fenómeno es la contemplación en la evolución del joven Rastignac, pueblerino francés que se impacta de la legítima realidad que constituye la capital, lo venal, las diferencias sociales, lo mundano. Finalmente es él, el encargado de llevar al gran comerciante de pastas y cereales italianos al cementerio de Père-Lachaise, de apreciar “les beaux quartiers” que se esparcen de la Place Vendôme hasta les Invalides, y levantar la voz afirmando “A nous deux maintenant!”. Escenas de la vida en Guadalajara: Medina Esta reversibilidad de ambiente narrativo fija entes de ficción etéreos e incorpóreos, aun cuando describe todo el proceso de los órganos que los constituyen, son abstractos e intangibles:
Figura 3. Robots avanzados que interactúan con los humanos en un mercado concurrido (2024). El narrador posmoderno tiene la característica de subvertir a una multiplicidad de posibilidades la narración fantástica; manifiesta categorías predicativas —propuestas por Rosalba Campra— (1978) en el sentido en que califican las acciones del sustantivo, por ejemplo, estar en un espacio y soñarse en otro instantáneamente, o viceversa.[8] Particular acto que el narrador Yah hace como si él mismo fuera personaje-ente de la narración, reúne cualidades como: animado / inanimado, concreto / no concreto,[9] o también materia / espíritu —este último proposición de Tzvetan Todorov.
El proceso ficcional de hallarse simultáneamente en Guadalajara y París sin atravesar el espacio físico comprueba un ambiente de escenas que intensifican la nueva realidad virtual.[10] Las inusuales figuras dantemedinianas (narradores-personaje) presentan un sistema de connotaciones del sueño que no está sujeto a las leyes de espacialidad, son caracteres animados capaces de ver otros espacios mediante la telepresencia. En su obra La literatura fantástica (1967) Jorge Luis Borges describe un tipo de sueño que asociamos con la experiencia de sentidos de Yah refiriéndose a Guadalajara y a París paralelamente: Todo esto lo había dicho ya, de una manera más lacónica y más maravillosa, un místico chino del siglo v antes de nuestra era, Chuang-Tzú. Aquí no voy a resumir, voy a repetir sus palabras tal como las he leído en diversas traducciones occidentales. Dicen así, simplemente: Chuang-Tzú soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre. (Borges, 1967, p. 10). En efecto, la literatura propicia la transformación de conceptos en innumerables realidades que coexisten al mismo tiempo: desde una consuetudinaria realidad balzaciana, hasta dimensiones paralelas (París - Guadalajara) en el multiverso en que habitan Aei y Bcd.[11] Conclusión Tratamos el personaje y narrador ficcional correspondientes a dos códigos diferentes: el de la realidad, y el posmoderno, su punto de contacto extratextual fue París, con ello observamos que ambos autores identificaron estructuras, temáticas y esquemas interpretativos con los que manifestaron la visión del hombre respecto del mundo en el siglo XIX y el XXI, son “dos mundos separados —“real” y virtual— entre los que los personajes se mueven más o menos seguros”, según David Roas (p. 27). Dos siglos separan estas novelas y cada una de ellas se refiere a su manera a la condición humana: la de Balzac, centrada en la familia y el equilibro de ese microcosmos; la de Medina, en la preocupación del macrocosmos en el que la familia somos todos, el planeta. Le père Goriot y Ni falta que hace Dios son una lucha contra la destrucción de algo que se considera indestructible: la una, la familia; la otra, la especie humana. |
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Referencias Auerbach, E. (1956). Mimesis. Il realismo nella letteratura occidentale. Torino: Einaudi. Balzac, H. (2008). La Comédie Humaine, Le père Goriot.París: Classiques Garnier. Borges, J. L. (1967). La literatura fantástica. Buenos Aires: Ediciones Culturales Olivetti. Borges, J. L. (1970). The Aleph and Other Stories. Together with Commentaries and an Autobiographical Essay. New York: E. P. Dutton. Buero, A. (1996). De rodillas, en pie, en el aire. Revista de Occidente. Consultado en: https://dialnet.unirioja.es/metricas/documentos/ARTREV/4745861 Campra, R. (1978). La realtà e il suo anagramma. Il modello narrativo nei racconti di Julio Cortázar. Pisa: Giardini Editori. Campra, R. (2008). Territorios de la ficción. Lo fantástico. Sevilla: Editorial Renacimiento iluminaciones. Deutsch, D. (2002). La estructura de la realidad. Barcelona: Anagrama. Freepik. (2024). Imágenes generadas con IA. [Robots avanzados que interactúan con los humanos en un mercado concurrido]. Consultado en: https://www.freepik.es/fotos-premium/robots-avanzados-que-interactuan-humanos-mercado-concurrido_327497108.htm Frye, N. (1977). Anatomía de la crítica. Caracas: Monte Ávila Editores. Greene, B. (2006). El universo elegante. Supercuerdas, dimensiones ocultas y la búsqueda de una teoría unificada. Barcelona: Editorial Crítica. Heim, M. (1996). The Metaphysics of Virtual Reality. Oxford: Oxford University Press. Livianos, A. (2015). Una teoría del personaje: carácter y destino en las Heroínas de Perez Galdós y en la Regenta de Clarín. Salamanca: Universidad de Salamanca. Medina, D. (2017). Ni falta que hace Dios, Colima: Puertabierta Editores. Medina, D. (2023). El ánima de Sayula, Colima: Puertabierta Editores. Roas, D. (2022). Cronologías alteradas. Lo fantástico y la transgresión del tiempo. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones científicas. Reisz, S. (2001): “Las ficciones fantásticas y sus relaciones con otros tipos ficcionales”, en David Roas, Teorías de lo fantástico. Madrid: Arco Libros. Ruiz, S. (2023). Filosofía del Lenguaje en Ni falta que hace Dios de Dante Medina. Revista Diseminaciones, 6-12. ttps://revistas.uaq.mx/index.php/diseminaciones Vázquez, M. E (1977). Borges: imágenes, memorias, diálogos. Venezuela: Monte Ávila Editores. Vincent Callebaut Architectures. (2015). Paris smart city 2050. [Les cités fertiles face aux enjeux du XXIe siècle]. Consultado en https://vincent.callebaut.org/object/150105_parissmartcity2050/parissmartcity2050/projects
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[1] Se trata, en el caso del personaje realista balzaciano, de provocar la noción de choque, mientras que, en las figuras posmodernas dantemedinianas, es la transgresión o violación de un orden. Se trata de un cambio clave del personaje dentro de la tradición literaria, por consentir su verbalización. Rosalba Campra describe “Basta recordar algunos ejemplos históricos, como los macabros festines homosexuales del compañero de armas de Juana de Arco, el caballero Gilles de Rais, o los degüellos de jovencitas (seiscientas cincuenta, según las crónicas del siglo xvi) con que la condesa Eszébet Báthory se procuraba la sangre para sus baños rejuvenecedores” (Campra, 2008, pp. 27-28). [2] Ahora mismo ya no es posible idearse, rehacerse o reconstruirse un valor absoluto de realidad, David Deutsch considera que nuestra dictaminación sobre algo que sea real, o no lo sea, estará sujeta a las distintas explicaciones que haya en ese determinado momento, en Deutsch, D. (2002). La estructura de la realidad. Barcelona: Anagrama. [3] Para Erich Auerbach, el realismo se trata de “la representación de la vida cotidiana, cuyos problemas humanos y sociales, e inclusive sus derivaciones trágicas, se exponen con estilo serio” (Auerbach, 1956, p. 96). [4] Carlos Fuentes en su relato “Chac Mool” (1954) describe las actitudes de la estatua del Chac Mool, un choque de apariencia fantástica que se enmarca como metáfora de una homosexualidad no admitida por parte del personaje principal, Filiberto. También el facsimilar “Los versos del Ánima” de Sayula, Jalisco, México de 1897 de autor anónimo y, recuperado por Dante Medina (El ánima de Sayula, 2023), estrofas de la aparición del Ánima a Apolonio, en las que, el Ánima, se declara maricón. [5] Como lo hizo a su vez Tzvetan Todorov a partir del “nivel semántico en la terminología [...], es decir la organización de los contenidos (o nivel sintáctico) y la superficie discursiva del texto (o nivel verbal)” (Campra, 2008, p. 22) [6] Si nos referimos al análisis que desarrollamos en este artículo sobre el personaje realista y el fantástico, sabemos que la trascendencia de la mecánica cuántica todavía nos es distante, coincide con la reflexión de Brian Greene en cuanto a que la mecánica cuántica representa la naturaleza como una cosa absurda (como la verificación de afecto entre dos entes), siendo así, la naturaleza es absurda. Es también una forma de estimar la literatura fantástica. (Greene, 2006) [7]La funcionalidad que encierra el mecanismo de saber nombrar tiene un impacto verdaderamente significante. Citamos la anécdota de Jorge Luis Borges: “Una vez, en Madrid, un periodista me preguntó si Buenos Aires verdaderamente poseía un Aleph. Me estaba por rendir a la tentación de decirle que sí, pero un amigo me lo impidió, diciendo que si tal objeto existiera no solo sería la cosa más famosa del mundo, sino que renovaría totalmente nuestra concepción del tiempo, astronomía, matemáticas y espacio. 'Ah', dijo el periodista 'entonces todo el asunto es invención suya. Pensé que era verdad porque daba el nombre de la calle'. No me animé a decirle que nombrar las calles no es ninguna hazaña” (Borges, 1970, p. 264) [8] Este acto narrativo sugiere convalidar un espaciotemporal a la incredulidad del espectador, referimos un texto de Samuel Taylor Coleridge referido por Jorge Luis Borges con particular atención a las múltiples maneras en que puede encubrirse lo fantástico: “Si un hombre soñara que atraviesa el paraíso y si en el paraíso le fuera entregada una rosa y si al despertar se encontrara con esa rosa en la mano, entonces ¿qué?” (Vázquez, 1977, p. 132) [9] “Lo no concreto puede diversificarse en una serie de motivos: por ejemplo el recuerdo, la imaginación (como proyecciones mentales voluntarias); el sueño, la alucinación (como proyecciones involuntarias)” (Campra, 2008, p. 41) [10] El hecho de especificar tan minuciosamente la cartografía parisina y tapatía, evocan otros textos que comparten la misma geografía, así en “El otro cielo” de Julio Cortázar, el autor escribe muy obsesivamente las calles por las que transita el personaje. [11] Respecto a la multiplicidad de dimensiones o realidades, Michael Heim en su texto The Metaphysics of Virtual Reality (1996) señala que las realidades virtuales nos obligan a indagar nuestro sentido de la realidad.
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |